Durante años, el dolor se ha relacionado con un síntoma de alerta. Por ejemplo, el dolor que sentimos cuando nos damos un golpe y nos rompemos un dedo, puede decirnos que tenemos que hacer reposo para dar tiempo a la parte afectada a curarse o el daño que notamos cuando acercamos una mano a una llama avisa de que nos podemos quemar. Hasta hace relativamente poco, se pensaba que detrás de un dolor, había una causa. Pero en 2017, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor cambió su definición y en 2020 se revisó para matizarla. Su descripción quedó así: “el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada una una lesión real o potencial”. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el dolor crónico es una enfermedad y su tratamiento, un derecho. De este modo, desde 2004, el 17 de octubre se conmemora el Día Mundial Contra el Dolor.

Coincidiendo con la efeméride, el Hospital Universitario Vall d’Hebron celebra la Jornada del Manejo Integral del Dolor, de manera presencial y en línea. Este año, ha tenido lugar la 4ª edición que se ha centrado en qué podemos investigar para solucionar el dolor. El objetivo de la campaña de este año es aumentar la conciencia de los profesionales sanitarios, de los científicos y de la población sobre el conocimiento acumulado en la evaluación, diagnóstico y tratamiento del dolor y cómo se puede utilizar en beneficio de quienes lo sufren.

El Dr. Javier Medel, jefe de sección de la Unidad del Dolor y presidente de la Subcomisión del Dolor del Servicio de Anestesiología y Reanimación de Vall d’Hebron, ha explicado la importancia de establecer puentes de conexión entre los estudios preclínicos y la práctica asistencial, facilitando los diseños de nuevos proyectos efectivos y predictivos para el tratamiento multimodal del dolor.

El dolor crónico afecta una de cada seis personas en el Estado e impacta en la calidad de vida de un 11% de los que lo sufren. Más allá del dolor físico, el Dr. Javier Medel destaca que “no tenemos que olvidar que el dolor afecta el ámbito emocional y social de las personas que lo sufren, incide en la calidad de vida, puede alterar el estado de ánimo y causar aislamiento social”. Por eso, apuesta por una atención cada vez más personalizada. También por proporcionar información útil a nuestros grupos de interés, pacientes, profesionales sanitarios e investigadores, sobre los retos y las oportunidades para trasladar nuestro conocimiento del dolor a la práctica clínica. “Tenemos que insistir y continuar estudiando las variantes genéticas y los diferentes fenotipos para la elaboración de los nuevos ensayos clínicos con el objetivo de establecer terapias dirigidas y personalizadas”, dice. “Y por último, identificar directrices, así como guías y protocolos siguiendo la mejor evidencia en el ámbito del tratamiento del dolor, facilitando su implementación”, añade.

El Dr. Javier Medel ha hecho de moderador de la mesa redonda en la que han participado la Dra. Imma Fuentes, coordinadora de Core Facilities del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR); la Dra. Amanda Rodríguez, del Servicio de Psiquiatría; la Dra. Patricia Pozo, jefa de la Unidad de Cefalea; la Dra. Anna Server, del Servicio de Anestesiología, Reanimación y Tratamiento del Dolor, y Christian Jiménez Albet, paciente, además de Estrella Barceló i Eladio Fernández, del área de medicina del SAP Muntanya, y Jordi Garcia, enfermero de la Unidad del Dolor Agudo.